Los Bristow consiguen llegar hasta el pequeño pueblo donde se encuentra el contacto de Jack. Allí pueden hablar con la CIA pero ésta no va a mandar ningún equipo de rescate puesto que eso podría alertar a los pakistaníes. La CIA les encarga recuperar las cabezas nucleares, que están listas para su pronta detonación. Irina tiene un plan para infiltrarse en la base, aunque Jack no confía en ella. No obstante, tras salvarle la vida en una emboscada, Irina demuestra de nuevo que no va a traicionarles.
Sloane recibe una misteriosa llamada donde le informan de que si no paga una enorme cantidad, harán saber a la Alianza que su mujer sigue viva. Sloane decide ir a hablar con la Alianza y les sugiere cooperar para poder atrapar así al chantajista. De ese modo, marcan los billetes con un trazador y efectúan la entrega pero a los pocos segundos de separarse del dinero, el trazador deja de ser efectivo: los chantajistas han huido con el dinero.
En Pakistán, Irina sugiere una línea de acción que la separaría del grupo. Los tres acceden y cuando Jack y Sydney entran en el laboratorio, las armas han desaparecido e Irina aparece, junto a Cuvee, al jefe de los terroristas, y encarcela a Jack y Syd. Cuvee revela que fue él quien dio la misión a Irina para que se casara con un oficial de la CIA. Cuando sale de la habitación, Irina les dice que está actuando, les da las llaves de sus esposas y se marcha. Kendall les ordena que abandonen el laboratorio debido al inminente ataque indio. Vaughn aparece con un helicóptero segundos antes del ataque aéreo y puede extraerlos a los tres.
En los Ángeles, Irina le cuenta a su hija que el disparo que le dio en Taipéi fue debido sólo a que Khasinau estaba escuchando la conversación y que de ello dependía de si seguía confiando en ella o no. Sydney decide creerla. Cuando vuelve a su celda, Irina se encuentra con una agradable sorpresa: una almohada y sábanas, como recompensa por su colaboración en la misión.