El detective McAvoy está retirado, pero llega a sus manos una prueba del caso que le ha obsesionado durante treinta y nueve años. Se trata de un niño de doce años encontrado muerto en 1969, el día siguiente de la llegada del hombre a la Luna.
Esa noche, había lanzado un cohete construido por él, junto a “los chicos cohetes de Chestnut Hill”, tres jóvenes del barrio que querían emular “la cima del logro humano”. La detective Rush, aconsejada por McAvoy, decide retomar este caso sin resolver que tanto le atormenta.