Seti I se encontraba aún en la flor de la vida cuando murió inesperadamente en 1279 a. C. Aunque breve, su reinado de 10 años fue brillante y le permitió al príncipe Ramsés completar una educación óptima de cara a su futuro papel como rey y engendrar muchos hijos para que su legado no se perdiera. La muerte de Seti I marcó el inicio de un reinado histórico: el de Ramsés II. Desde el principio, este impuso un estilo único y perseveró en su deseo de restaurar la grandiosidad de Egipto y de expandir sus territorios. Se erigió en un faraón distinguido por sus proezas como constructor y guerrero.