En una vasija, una profecía del pasado nos dice que el verdadero nombre de Dios será revelado con un niño nacido en el último año del milenio. Este nombre será escrito en el cuerpo del bebé nacido en el nuevo mundo de una doncella virgen, Ariana, y un hombre en la plenitud de sus fuerzas. Este hombre, Pablo, abre, en el presente, una segunda vasija y le serán otorgados los poderes especiales necesarios para proteger a la madre y al niño ante cualquier interferencia en la revelación del nombre del Dios.