En 2015, Christina Annesley, de 23 años, viajó a la paradisíaca isla de Koh Tao (Tailandia), un lugar conocido por una serie de muertes sospechosas recientes. Hizo su reserva deliberadamente en un complejo turístico en el que otros dos jóvenes turistas británicos, Hannah Witheridge y David Miller, habían sido asesinados justo un año antes. Tras este doble asesinato se produjo una polémica internacional por las denuncias de encubrimiento policial y la condena injusta de dos trabajadores inmigrantes. Christina sintió la necesidad de investigar de forma exhaustiva el misterio de su muerte y recorrió la isla tomando fotografías y haciendo preguntas. Dos semanas después, la encontraron muerta en su cabaña de la playa.