Frances Lacey es una viuda con seis hijos que decide abandonar la gran ciudad y dirigirse a cualquier lugar donde poder construir su propia casa y así proporcionar una vida mejor a sus hijos. En un coche casi inservible, los Lacey se ponen en camino y, después de atravesar varios pueblos y ciudades, divisan una casa a medio construir en una solitaria explanada que pertenece a un japonés. Frances llega a un acuerdo con el propietario de la casa: ellos podrán vivir allí a cambio de que sus hijos le realicen las tareas domésticas.