Hace más de treinta años, cuando comenzó a publicar sus páginas en la hoy legendaria revista Fierro, Pablo Fayó fue calificado de joven promesa. Su línea humorística influenciada por el under norteamericano de los 60 era por entonces una rareza. Pese al entusiasmo que la originalidad de sus trabajos despertó entre colegas y fans, Fayó optó por decepcionarlos. En algún momento que no está claramente identificado -porque él mismo se encargó de disimular-, colgó el plumín y se puso la guitarra al hombro. Desde entonces recorre los bares interpretando tangos marginales y pasando la funda. Instalado en la terraza de una pensión de La Paternal, sobrevive de las propinas de turistas y parroquianos, riéndose afectuosamente de los que siguen esperando que retome la vía señalizada.