Los chóferes del transporte público urbano en Bogotá no perciben un salario fijo¸ tan sólo un porcentaje por pasajero recogido. A través del testimonio de dos campeones de esta guerra diaria¸ se muestra una cotidianidad ingrata¸ angustiosa y peligrosa¸ tanto para los usuarios como para los mismos conductores¸ y de la cual los únicos que se benefician son los grandes empresarios del transporte¸ verdaderos artífices de una cruenta guerra en la que el Estado es apenas un espectador indolente.