Desde 2016, el tiránico líder de Chechenia, Ramzan Kadyrov, ha sido el artífice de una operación centrada en la "limpieza de sangre" de los chechenos pertenecientes al colectivo LGBTQ+, supervisando una campaña gubernamental destinada a detener, torturar y ejecutar a sus miembros. Sin ayuda del Kremlin y con una mínima repercusión global que ignora la violencia que sufre el colectivo, una vasta y secreta red de activistas decide aplicar sus propias medidas a modo de resistencia.