Tras finalizar su lucha contra la sociedad secreta de narcotraficantes narrada en Los cigarros del faraón, Tintin descansa en el palacio del maharajá de Rawhajpurtalah. Allí recibe la visita de un emisario chino que es envenenado con una flecha impregnada de radjaidjah, el veneno que hace perder la razón. Antes de perder la razón, el mensajero solo puede decir dos palabras: «Mitsuhirato» y «Shanghái».