Corría el año 1977, durante uno de los veranos más agitados y decadentes que haya vivido Nueva York. Fue entonces cuando, en medio de apagones, desórdenes callejeros, los asesinatos en serie del ‘Hijo de Sam’ y el auge de la legendaria discoteca Estudio 54, se produjo un prodigio de inspiración absolutamente inesperado: el ascenso del Cosmos de Nueva York, el primer gran equipo norteamericano de fútbol, y de su superestrella Pelé. Adorado de la noche a la mañana por una ciudad obsesionada con la fama y el éxito, el Cosmos encendió la llama del primer amor pasional de Norteamérica con el deporte más popular del planeta. Arrastrado, sin embargo, por el torrente imparable de la fama, el glamour y el desenfreno, el Cosmos encontró su destrucción.