Jean empieza a trabajar como ayudante de un fotógrafo obsesionado con el arte arcaico de los daguerrotipos y atormentado por la muerte de su esposa, cuya presencia aún se nota entre las sombras. La primera película que Kiyoshi Kurosawa realiza fuera de Japón mezcla romanticismo e intriga, prolongando con naturalidad la concepción que el cineasta tiene de lo fantasmagórico.