Juan consigue mantener el nivel de vida de su esposa trabajando todo el día como contable en varias empresas, lo que lo lleva a descuidar sus obligaciones maritales. La suegra lo odia porque lo considera un pelagatos que ni siquiera ha conseguido hacerla abuela. Su jefe lo enreda prometiéndole un aumento de sueldo si logra pasar unos planos por la aduana, aunque en realidad se trata de drogas.