A partir de la instauración de la dictadura militar, el pueblo argentino tuvo que afrontar una de las peores crisis económicas y sociales vividas en un periodo de paz por un país potencialmente próspero. La exorbitante deuda nacional, el inhumano ultraliberalismo, la desenfrenada corrupción política y financiera y el expolio regular de los bienes públicos fueron las principales consecuencias. Y todo ello fue posible gracias al apoyo de las multinacionales occidentales y la complicidad de los organismos internacionales. La política de "tierra quemada", puesta en práctica por Carlos Menem, ha conducido al país a un abismo de hambre, miseria y enfermedad que casi equivale a un genocidio social.