La perdición –y maldad de su título– de Margot Rande no es otra que su díscolo hijo. Cuando el muchacho atraca un banco, la madre le protege disparando accidentalmente a un policía. Condenada a veinte años de prisión, la mujer es sometida a todo tipo de vejaciones por culpa de guardianas sin escrúpulos. Un abogado intentará reducir su condena, pero las cosas se complican cuando ella tiene un niño mientras está entre rejas.