A finales del siglo XIX, el juez William McKay ordena la ejecución del clan escocés de los Bean, conocidos por sus crímenes y tendencias al canibalismo. No obstante, el letrado se apiada de la pequeña Katy Bean y decide adoptarla. Años más tarde, una serie de crímenes despiertan la sospecha del juez, quien cree que Katy está siguiendo los pasos de sus verdaderos progenitores.