La policía detiene a una mujer por el asesinato de su hijo de cinco años. Ella declara haber bebido la noche anterior y no saber qué pasó con su pequeño, pero la pistola del crimen aparece en su cama y tiene sus huellas. Todos, incluso el marido, que aquella madrugada se encontraba de guardia en el hospital, sospechan de ella.