Nadie sabe de dónde viene la mujer. Está sentada en un banco del parque y toca diligentemente una flauta dulce infantil. Dice que es francesa. Sin dinero ni medios para mantenerse, le han aconsejado que enseñe francés. Así es como llega a tener como alumnas a dos coreanas. A la mujer le gusta andar descalza y tumbarse en las rocas. Y cuando se siente con fuerzas, intenta ver cada instante de forma no verbal y vivir la vida lo más racionalmente que puede. Pero las cosas siguen siendo tan difíciles como siempre. Confía en que la bebida alcohólica coreana makgeolli le proporcione un poco de consuelo cada día.